Después de pasadas 7 fechas en el torneo U22, o mejor conocido “Juvenil especial”, llegó la primera victoria para el equipo cacique. El resultado 3 a 1 frente a Chinandega FC, quedará sólo para las estadísticas. Los goles de Brayan González (Min 60´), Cristopher Zelaya (Min 78´) y Cristopher Arguello (90) y en la octava jornada ganaron (3-0) por forfeit frente a su similar de Real Maríz. Ambos resultados, vienen a maquillar un poco el mal torneo que viene teniendo este equipo. Donde se debe recalcar que la mayoría de estos juveniles han tenido minutos en primera división.
Realmente es de sorprenderse, desde que se dio por vez primera este torneo de juveniles especiales (donde por cierto quedó de campeón el Diriangen), se ha venido sufriendo por la mala planificación y cercenado procesos en los juveniles por querer parchar los baches que quedan en el equipo mayor.
¿Se respetan las etapas de formación?
El subir jugadores de juvenil especial a primera división, representa un arma de doble filo ya que muchos no están preparados tanto en lo físico, como psicológico. Si bien es cierto, se debe dar un cambio generacional abriendo paso a los nuevos valores, también es necesario saber que los juveniles no siempre están preparados con las exigencias que incurre ser un jugador de primera. Realizando una analogía de este fenómeno con la vida real, podemos tomar en cuenta que no es lo mismo “saltar” de primer grado a tercero, los resultados ya los sabemos de antemano, por eso es obligación pasar por segundo.
Ante la migración de juveniles hacia la primera división, se genera un “efecto dominó”, recurriendo a la extracción de jugadores a categorías menores para compensar los vacíos de la juvenil especial. Y con esto, se vuelve a repetir el ciclo sucesivamente debilitando a los equipos de toda la estructura (U19, U17, U15 y U13).
La visión de “bombero apagafuego” no nos deja ver que se está incendiando más allá de nuestra casa. Muchos de los juveniles quedan estancados, y desmotivados al acelerar su proceso formativo. El fútbol, como cualquier otro trabajo debe tener incentivos, debe intentar sacar el potencial mayor de cada juvenil, pero ante la disparidad de competencia generacional que genera este fenómeno, nunca se lograrán resultados y siempre existirá la sensación de culpa y fracaso.
La pasada semana se dieron a conocer las “nuevas caras” de la junta directiva cacique, donde se resalta que habrá, entre tantas promesas, una comisión encargada del desarrollo del equipo mayor y sus categorías.
Ojalá que este plan de comisión logre encontrar una senda donde el equipo juvenil no sea atropellado, permitiendo que los muchachos obtengan más minutos y experiencia en sus respectivas categorías. Todos los procesos deben respetarse, teniendo su tiempo y forma, y en Diriamba estamos mal acostumbrados hacer “cracks” que por el afán de formarlos, perdemos a la mayoría y terminan yéndose a otros equipos. Otros se diluyen jugando en cualquier equipo, porque al fin de cuentas, ya traen en su ADN jugar al fútbol.
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